
La Tierra está en pausa, si a las actividades humanas nos referimos. Calles desoladas, comercios cerrados, autos guardados y demás han provocado que se reduzca el «ruido sísmico» generado por nosotros mismos.
El fenómeno lo registró Thomas Lecocq, sismólogo del Observatorio Real de Bélgica. Él comenzó a notar que sus instrumentos marcaba una drástica disminución de las vibraciones desde la implementación de las medidas de confinamiento.
Lecocq señaló que el ruido sísmico generado por los humanos se ha reducido a un tercio. «Diariamente está a niveles como los de los días en torno a Navidad: escuelas cerradas y la gente en casa», agregó.
Colegas de Zurich, Londres, París, Los Ángeles, Italia, Costa Rica y Chile han tenido reportes iguales. La disminución del ruido sísmico es una buena noticia para los especialistas de esta área.
El incremento de silencio y quietud permite que los dispositivos de detección sísmica perciban señales más nítidas. La disminución de ruido no solo es un mensaje para los sismólogos, también refleja que la humanidad está unidad contra el Covid-19.