Se multiplican las muertes por coronavirus y cada vez hay más cadáveres que aguardan sepultura en morgues congestionadas.
Las ciudades de Estados Unidos tratan de satisfacer la demanda mientras las familias bregan con las normas de distanciamiento social que impiden realizar los ritos fúnebres habituales.
Med Alliance Group, una distribuidora médica en Illinois, está asediada por llamadas y correos electrónicos de todo el país. Todos piden lo mismo: camiones refrigerados para manejar una situación como jamás pudieron imaginar.
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«Vienen de todas partes: hospitales, servicios de salud, oficinas forenses, instalaciones de la Administración de Veteranos de Guerra, departamentos de salud estatales y funerarias», dijo Christie Penzol, vocera de Med Alliance, y añadió: «Es desgarrador».
Ahora que los expertos e incluso el presidente Donald Trump calculan que la cifra de víctimas de la pandemia llegaría a 240.000, uno de los aspectos puramente prácticos de la muerte donde depositar los cuerpos angustia a todos, en momentos en que ciudades, hospitales y organizaciones de salud privadas claman por espacio adicional.
Los espacios privados están ocupados por más tiempo que lo habitual porque los entierros, independientemente de la causa de muerte, se ven dificultados por las normas de distanciamiento social.
Es una crisis que se repite en el mundo entero.